"Los quiero invitar a un paseo al ojo del huracán"

Una verdadera multitud se plegó al rito de los mismos de siempre. La Renga, una vez más, desbordó Córdoba.

Natalia Rozada (desde Córdoba)

 

Sin disco nuevo bajo el poncho, La Renga volvía a Córdoba al mismo lugar que los vio explotar hace unos cuatro años atrás. La banda de Mataderos se alejó del centro de la ciudad y a espaldas del Aeropuerto Internacional de Córdoba celebró su más perfecto ritual. Más de ocho mil personas dejaron en claro que ésta es la banda más importante del momento, y una de los pocos grupos "de estadio" que convoca en su mayoría público de rock y no tanto así escuchas pasajeros de las radios de hits.

Varias horas antes del inicio del recital, la Avenida Monseñor Pablo Cabrera se vestía de gala con los trapos y el predominante color negro en la vestimenta de los invitados al gran banquete. De distintas partes del país llegaron con sus banderas, las mismas que tuvieron que dejar afuera porque no les permitieron ingresarlas al recinto.

En pocos minutos estaban todos en sus posiciones, amenizando la espera con La 66 (banda de rock and roll cordobesa que por segunda vez actuaba en la previa de La Renga), y un cuarteto de señoritas denominado Lucila Cuevas, que despertó aplausos y alaridos de la platea masculina. Todo estaba listo, solo faltaba que ellos salieran a tocar.

Cuando promediaban las 22:30, las luces bajaron para que los hermanos Iglesias y Gustavo Napoli hicieran temblar las paredes. Con Detonador de Sueños, Las cosas que hace y Atulado dieron por comenzada la función. Antes de seguir con la lista, Chizzo se dirigió a sus fieles: "Siempre es muy bueno estar acá. El agradecimiento que les damos por el recibimiento cariñoso que siempre tenemos en esta provincia", dijo mientras conectaban el ventilador que lo acompañó durante todo el show.

Derrochando energía, como es la sana costumbre, poco a poco fueron apareciendo los clásicos de siempre como Despedazado por mil partes y esa balada de Ángeles caídos en El Baldío. Y es que esta vez no sólo corría el Tete por todo el escenario, sino que el Chizzo también vagó sin rumbo fijo por el tablado para que todos lo vieran un poco más cerca. ¡Dios bendiga los equipos inalámbricos!

Así, entre intentos desesperados por tocar a algunos de sus ídolos y avalanchas constantes que hacían aún más loable la tarea de aquellos que permanecían aferrados al vallado, pasaron canciones como Motoralmaisangre, Insoportablemente vivo, El Twist del Pibe, El Rastro de la Conciencia y Estado. Mientras, las pantallas gigantes no dejaban de repetir la adrenalina que se vivía antes y durante la celebración, junto a imágenes que en su momento fueron preparadas para acompañar algunos temas en el Estadio Córdoba.

Reafirmaron Lo frágil de la locura que los invade y con la guitarra doble mástil llegó Míralos, un tributo a los más pequeños que siguió con Cuando estés acá. Con el Veneno en sus venas, la invitación se hizo explícita: "Queridos amigos y amigas, los quiero invitar a un paseo... al Ojo del Huracán".

Ser Yo fue el último tema antes del momento más emotivo de la noche. En la previa, el público había coreado insistentemente que "Pappo no se murió" (seguido del deseo ya reiterado de que lleguen los últimos días del ex-líder de Soda Stereo). Lo de La Renga fue sin palabras: "Vamos a llamar a un amigo que trabaja con La Renga hace mucho tiempo y tiene una banda muy buena que se llama Santuca", dijo Chizzo invitando a Miyo, y siguió: "Una nueva canción dedicada al maestro de la guitarra... desde el Cielo estará ofreciendo un recital... o desde el infierno, no se sabe" y sonó el sincero recordatorio titulado Viva Pappo, con una base que sonaba a motor de Chevrolet.

La banda no había accedido a dar conferencia de prensa ni demasiadas notas, dado a que era previsible que gran parte de ellas giraran en torno a la tragedia de Once. Pero sobre las tablas dijeron lo suyo apenas finalizó ésta canción: "Ese fue un momento triste que tuvimos, la muerte de Pappo y lo que le pasó a los amigos de Callejeros. Y también creemos que todos esos amigos que fallecieron y ahora no están, están en el cielo con Pappo, mirándonos", y les dedicaron Tripa y Corazón.

Hay canciones que uno nunca hubiera imaginado sin la luz de las bengalas, esos temas que son todo un rito en cada show y pegan en lo más profundo de los fanáticos. Dos de esos temas son La Balada del Diablo y la Muerte y La Nave del Olvido, que una vez finalizados con la misma emoción de siempre, merecieron estas frases: "Les agradezco por no prender ningún cuete, ninguna bengala por respeto a la gente que murió. Queremos decirles que no estamos muy de acuerdo con lo de las banderas, que las dejen afuera, pero bueno, esas son las reglas".

Mientras los rostros de Kostecki y Santillán volvían en las pantallas con Hielasangre, La razón que te demora y El final es en donde partí adelantaban que la noche llegaba a su fin. Los bises fueron Panic show, El rebelde, El viento que todo empuja en una versión con mucho wa-wa en la guitarra y El rey de la triste felicidad con el estreno de un bajo recién regalado al Tete.

"Nos vamos como siempre hablando de las cosas que nos gustan, nos vamos hablando de la libertad" y la despedida quedó sellada. Una vez más esta topadora arrasó con todo a su paso y dejó solo una extraña sensación de cansancio y felicidad que solo pueden entender los mismos de siempre.