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Cubriendo la noche de recuerdos y distorsión
Leandro Tosi
Una escenografía especial introducía
al espectador a una meditación anhelativa y especulativa sobre
lo que sería la presentación de una de las bandas de mayor
convocatoria hoy en día en nuestro país, La Renga.
El escenario principal dispuesto en el predio donde se realizaría
en contados día el Cosquín Rock, por el que antes habían
pasado varias bandas de rock and roll y blues convocadas por los chicos
de La Renga como Cielo Final, Santuca, Qacelga, Santa Esquina y
los amigos del Tri de México, estaba ahora vacío y solo
podían verse grandes corredores de madera ubicados por detrás
y por el frente y una bandera gigantesca colocada de fondo que aclimataba
todo el espacio. Luego de un año bastante intermitente, en el que
la banda de Buenos Aires suspendió muchas fechas para tocar y se
mantuvo distante durante algún tiempo de las tablas y de las giras,
la última fecha había sido aquella en Tandil y ahora nuevamente,
La Renga tenía que hacer frente a un multitudinario encuentro con
los mismos de siempre.
En la Comuna de San Roque ya era de noche y en el cielo se pronunciaban
unas nubes negras y bastante tormentosas, sin embargo, luego de un mal
rato de susto y de transpiración, el viento hizo un buen trabajo
alejando las gotas del predio. La gente se agolpaba y se amichaba copando
cada pequeño lugar en las cercanías a las vallas, incluso
pasando la torre de control central, como un gran manto cubriendo todo
el lugar, la vista alcanza a precisar miles de personas que se extendían
hasta perderse por encima de la cuesta que hacía las veces de tribuna.
Con un marco imponente, el 21 de enero, entre cientos de banderas de todos
lados del país, volvía a salir el famoso trío: Chizzo,
Tanque y Tete.
Todo estaba listo, o por lo menos, casi listo, las luces magníficas
podían reconocerse como ramas sobre las cabezas de los músicos
y cuando el humo cubrió todo ya largaron las apuestas de los fanáticos
para adivinar qué tema daría comienzo a la ceremonia.
El afortunado ganador fue A tu lado, tema que viene golpeando la puerta
de varias presentaciones desde el lanzamiento del último disco:
Detonador de Sueños. La banda fue implacable, empezaron con una
garra tremenda, con Tete corriendo por todos los corredores dispuestos
a ese fin, de punta a punta del escenario, motivando a los observadores
a saltar y gritar para darle vida al show.
La doble masa del Tanque retumbaba en el pecho y cada nota tocada por
Tete era un palpitar que comenzaba en la caja torácica y se perdía
en los pies. La onda expansiva y enérgica propagada por la banda
lo era todo y lo ocupaba todo, era extremadamente imposible sentirse desafectado
al relampagueo distorsionado que largaba La Renga.
Cada cual pisa como quiere y de seguro que todos evitaron tocar el suelo
pogueando a unos cuantos centímetros por encima de la superficie
cuando sonó Detonador de Sueños, la introducción
para que Chizzo dijera: A ver si se acuerdan de éste
y sonara Despedazado por mil partes (Desnudo para siempre) el tema que
abre el disco homónimo famoso por tener la tapa del ángel-calavera
que ha dejado pensativos a todos al menos un rato.
Cuando se dice más arriba que todo estaba casi listo es debido
a un pequeño problema que se presentó en la viola de Gustavo
Napoli y que no pudo ser solucionado hasta media hora después de
comenzado el show. Esto fue bastante molesto ya que provocaba una demora
excesiva entre tema y tema que podría haber sido evitada controlando
las cosas más cautelosamente.
En un recital que no llegó a ser brillante, el picante lo pusieron
los temas viejos, no los clásicos popularizados sino los viejos
olvidados como Tripaycorazón.
Cuando llegó el momento de respirar, tanto para el público
como para Tete que seguía corriendo de aquí para allá
con todo su espíritu, se abrió el cielo de San Roque y cayó
entre la gente un ángel que fue a parar al Baldío y después
de enjuagar un par de lágrimas nos preparamos para saltar Bien
Alto.
Una seguidilla de cuatro temas increíbles hizo explotar el predio,
la pólvora sembrada en cada uno de los seguidores de la legendaria
banda se encendió al sonar los primeros acordes de Cuando Vendrán
y al hilo, uno de los mejores temas del último disco, Las cosas
que hace. Por supuesto que para no dejar atrás las viejas épocas
llegó El twist del pibe y para cerrar este pequeña sección
Lo más frágil de la locura.
Una ocasión especial se ofreció para recordar al célebre
Pappo y en un pequeño tributo con el violero de Santuca como invitado,
La Renga tocó un tema hecho a la ocación: Viva Pappo.
Luego de evocar, llegó el turno de seguir el ritual. Los chamanes
sobre el escenario comenzaron el encantamiento con Rey Sol y el énfasis
de la alucinación se sostuvo durante Paja Brava, con un largo desarrollo
instrumental que incluyó instrumentos autóctonos.
Un momento para descansar y disfrutar, subirse encima de los hombros de
un amigo y agitar alguna bandera, una remera o simplemente los brazos
entonando El Cielo del Desengaño, un tema que la banda casi nunca
tiene la oportunidad de tocar. Pero el rock and roll llegó pronto
con Córtala y olvida, de la vieja artillería editada en
Adonde me lleve la vida. Motoralmaysangre no fue exactamente un freno
al descontrol y El Ojo del Huracán menos que menos. El público
ensordecedor cantaba cada una de las letras gastadas en la memoria y no
pudieron dejar de celebrar la llegada de Veneno.
Las baladas acudieron para darle aire a los pulmones, primero La nave
del olvido cuya primera versión editada en un disco está
en Esquivando Charcos y parece haber sido grabada dentro de un bote. Con
un escenario cubierto de infierno, con un público envuelto en llamas
se abrió paso entre todos el arpegio inicial de la Balada del Diablo
y la Muerte, que además contó con la participación
de un invitado en la guitarra de las bandas teloneras, que hizo el punteo
central.
Después de ver el escenario completamente rojo y la guitarra de
cuernitos del Chizzo, todos tuvimos que hacer un paso atrás.
La Renga tocó Hielasangre y las pantallas pasaron un video de imágenes
de la represión policial que complementaba y contextualizaba la
canción.
Al palo llegó La razón que te demora, el primer corte del
último disco y luego El rey de la triste felicidad, tema con el
cual la banda se despidió de la gente para tomarse un descansito.
Los bises no tardaron en llegar y los vítores que surgían
de los confines del predio rugieron para anticipar la llegada del león
y para atestiguar el Panic Show en San Roque. Movidito, movidito y haciendo
referencia a los amigos del Tri que habían tocado antes, La Renga
se largó con Psilocybe mexicana y para cerrar El rebelde
indescriptible.
Pero todos sabían que nada termina hasta que se acaba y La Renga
no se termina hasta que Tanque, Chizzo y Tete no tocan Hablando de la
Libertad. Un final grandioso para un recital que recorrió varias
etapas y recogió lo mejor de la banda durante su historia.
Pero para concluir, una reflexión sobre por qué no fue brillante
el show. Esencialmente, La Renga mostró estar en un momento de
estancamiento en cuestiones compositivas y a pesar de lo que se vio, no
hubo ninguna novedad respecto al show de Huracán en diciembre del
2004 y hace rato que no se escuchan temas nuevos. La banda dio todo lo
que tenía para dar pero no ofreció nada novedoso, luego
de un año, repitió las mismas formulas que ya los consagraron.
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