La Renga

Un recital que se convirtió en festival

 

El grupo de Mataderos actuó en Liniers.

Por Adriana Franco.

Aunque produjo menos estrépito mediático que el Live 8 de la semana anterior, lo que sucedió el sábado y domingo último en el estadio de Vélez Sarsfield debería quedar como una nueva marca en el rock hecho en la Argentina.

Es que La Renga, en su primer presentación porteña del año, eligió hacer del espacio conseguido un espacio compartido y que el recital fuera en verdad un festival. Así, a partir de las dos de la tarde del sábado y del domingo fueron sucediéndose en el escenario bandas con sus diferentes propuestas: el surf instrumental de Los Kahunas; la actitud femenina de Q´Acelga; el rock and roll de Santuka, además de La Chingada, Fisura2 y Humbucker, en el caso del primer día.

El tamaño de la apuesta está en coincidencia con los sueños de un grupo que eligió mantenerse tercamente en su sendero personal y que, justamente, llamó a su último disco "Detonador de sueños". Invocación que parece funcionar si se tiene en cuenta que, de una manera que parece ir en contra de lo que debe hacerse, han logrado llenar dos veces el estadio de Vélez, sin ningún tipo de publicidad (ni gráfica, ni radial, ni vía pública) ni una campaña de notas en diferentes medios.

Pero esta suerte de austeridad "socialista" no se extiende a la puesta, porque este fin de semana no faltó ninguno de los condimentos que hacen que un show de La Renga tenga un status diferente dentro de las propuestas locales. En primer lugar, porque musicalmente ofrecieron un recital contundente, variado, con una potencia de rock pocas veces vista y donde los solos de guitarra entran en sintonía con una batería implacable y un bajo que, además de sonar, baila.

Pero también por la escenografía deslumbrante que, acorde con el día patrio, remedaba el frente de la Casa de Tucumán -día que también fue mencionado antes de tocar "Vende patria clon" y los músicos fueran flanqueados por dos gigantescas serpientes-; por la filmación animada del inicio del show que se proyectó en las dos pantallas a los costados del escenario; por las luces; por el fanzine que hace años reparten, y por la música que ameniza la espera como una radio verdaderamente de rock y que incluyó un homenaje a Pappo.

Fue sólo el primero. Porque ya sobre el final del show sonó "Viva Pappo", el tema que la banda compuso para el guitarrista: "Reciban los dioses a nuestro rey de la guitarra/y concédanle una autopista de fuego/que su espíritu no para de cantar/y a lo alto viajó por su sueño".

El repertorio fue un pasaje por los distintos discos del grupo que se inició, como ráfaga furiosa, con "Detonador de sueños", "Las cosas que hace" y "A tu lado", de su último CD, aunque por momentos el sonido no fue todo lo bueno que requería la ocasión.Volvieron entonces a confirmar que el rock es algo más que unos sonidos de guitarra y que, sólidos, se han vuelto el refugio de aquellos "secretos que trae el viento".

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