La Renga brindó un show único con escenario central y una potencia fuera de serie.
Nicolás Igarzábal / Desde Abajo
¿La Renga despidió el 2004 en el estadio de Huracán frente
a más de 50.000 personas que, advertidos únicamente por volantes
entregados en mano y el clásico boca en boca, colmaron las instalaciones
y pudieron disfrutar temas de toda la discografía de la banda, desde
"Esquivando charcos" (1991) hasta "Detonador de sueños"
(2003). El escenario, especialmente preparado para la ocasión, estuvo
armado en el medio de la cancha: los músicos rotaban constantemente
hacia los cuatro frentes del cuadrilátero y la batería lo hacía
con ayuda de una plataforma giratoria.
A las 21.20 se apagaron las luces del estadio Tomás A. Ducó
de Parque Patricios y en dos pantallas gigantes se proyectaron imágenes
de huracanes que destrozaban ciudades tropicales y arrasaban con todo lo que
tenían a su paso. Con "A tu lado", La Renga salió
a demostrar que es el huracán más poderoso de todo el rock argentino.
Y por si la garra del primer tema no hubiera sido sufiente, "Tripa y
corazón" sumó su cuota de fuerza. Un arranque demoledor.
"Bienvenidos al ojo del huracán", recibió un Chizzo
de vincha y musculosa roja a la inmensa masa humana que tenía frente
a sus ojos. Tete y Tanque, con más arenga que palabras, también
lo hicieron a su manera. La segunda alineación de la banda, Manu (armónica)
y Chiflo (saxo), apareció por primera vez en "Bien alto"
y "En el baldío", respectivamente. Y a partir de esas canciones
resultaron indispensables en todos los temas que siguieron.
Recién en el octavo tema, "Cuando estés acá",
Chizzo se soltó y caminó por la pasarela con la que contaba
el escenario (tenía dibujada un rayo de tormenta que la atravezaba).
Tete, inquieto como lo es siempre, le dio mayor utilidad y los fans se lo
supieron agradecer. Tanque, en su rol de baterista, por supuesto que no tuvo
posibilidad de usarla: él ya tenía suficiente con solo estar
sobre esa bandeja que lo hacía girar y girar todo el tiempo.
¿Chizzo Page o Jimmy Napoli? El líder de La Renga se calzó
una guitarra doble (dos mástiles, uno de 6 cuerdas y otro de 12), como
la que desgastaba el violero de Zeppelin, y se destacó por su interpretación
de "Míralos". Tanque no se quiso quedar atrás y más
tarde se despachó con un solo de bombos y platillos que derivaría
en la introducción de "Lo más frágil de la locura".
Los elegios hacia el batero fueron desde un "Olé, olé,
olé, Tanque, Tanque" hasta un cariñoso "¡Buena,
gordo!".
Triplete superpoderoso (bautizado por la banda como "la trifásica"):
"Dementes en el espacio", "Toda la vida, las mismas calles"
y "El camino del deshielo". Durantes las tres canciones se proyectaron
en las pantallas imágenes psicodélicas que se mezclaban con
paisajes urbanos. Después seguirían "El juicio del ganso"
(un recuerdo del disco debut de La Renga), "Oportunidad oportuna"
(que sólo está incluída en el segundo registro en vivo
de la banda, "Insoportablemente vivo") y las versiones de "Triste
canción de amor" (de El Tri de México) y "Veneno"
(de La Negra).
Chizzo volvió a poner a prueba toda su destreza cuando en el medio
de "Voy a bailar a la nave del olvido" mechó el instrumental
levitativo "Pasto tomado", track oculto que cierra el disco "Detonador
de sueños" y que no por casualidad lo capturó el bajista
de Los Natas. Después se expuso nuevamente en la pasarela mientras
ejecutaba el final de "La balada del diablo y la muerte."
"Hielasangre" provocó una silvatina generalizada que todavía
no logró olvidar las imágenes de la represión policial
del 19 y 20 de diciembre de 2001, expuestas en las pantallas del último
recital en River de La Renga. "El final es en donde partí"
y "La razón que te demora" dieron paso a que la banda se
retirara a descansar y el público se quedara haciéndole el aguante
con sus cánticos: "Vamos La Renga, con huevo vaya al frente, que
te lo pide toda la gente".
Con la ayuda de cuatro estallidos sobre el escenario, el león de "Panic
show" rugió más fuerte que nunca y marcó el comienzo
de la última parte del show. Luego se engancharían temas viejos
como "Somos los mismos de siempre" y "Buseca y vino tinto"
con algunas menos antiguas como "Noche vudú" y "El rebelde".
Así pasaron cinco canciones juntas que no dieron ni un segundo de respiro.
Norberto "Pappo" Napolitano, único invitado de la fecha,
apareció junto la banda de Mataderos para proclamar "El rock and
roll no morirá jamás", mensaje que cantaba Neil Young y
La Renga tradució al castellano en su versión de "Hey,
hey, my, my". El Carpo se batió a duelo con la guitarra de Chizzo
(¡Napolitano vs. Napoli!) y brilló como de costumbre.
"Nos vamos como siempre" - se despidió Chizzo - "Nos
vamos como nos gusta..." ¿De que forma? De la manera que más
disfruta no sólo La Renga, sino también todo su público:
"Hablando de la libertad". Y después de semejante cierre
que le puso fin a un show de 35 temas en 3 horas, los músicos comenzaron
a abrazarse, saludar, regalar púas, palillos de batería y agradecer,
agradecer y agradecer...
- Tete: Muchas gracias, son una masa.
- Tanque: ¡Gracias, carajo! Son increíbles, guachos.
- Chizzo: Nos vemos la próxima. Aguante el boca en boca, ¡Ustedes
pueden!.
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